El Amor de Dios es tan inmenso que siendo aún pecadores y rebeldes Cristo murió por nosotros. Este es el Amor más excelso que se puede conocer. Es Amor Agape. Nosotros los humanos somos demasiado egoístas para tener esta clase de amor. Solo Dios tiene este amor.
Los que no se arrepienten de su rebelión y desobediencia son como el hijo pródigo, el cual era egoísta y le pidió a su padre la herencia antes de tiempo, y se fue a vivir una vida de desorden y pecado. El padre lo esperaba ansiosamente a que volviera al hogar, pero no fue a buscarlo. Le había dado libre albedrío.
Para poder entender la magnitud de la oferta que Dios nos hace debemos entender ciertas cosas. Son las siguientes:
Cuando Dios me vio en mi condición pecaminosa vio mis muchos pecados y vio a un pecador en el reino oscuro de Satanás.
Al tratar de estar bien con Dios, debemos empezar con Dios y con lo que Él ha hecho por nosotros en la Persona de Su Hijo.
Dios me libró de mis pecados al ponerlos sobre Su Hijo (1 Juan 1:7).
¿Qué hizo Dios conmigo siendo pecador? Me puso en Cristo en la cruz (Romanos 6:6).
Una vez que Dios me puso en Cristo en la cruz, todo lo que le sucedió a Él también me sucedió a mí .
Fui “crucificado con Cristo” para que mi vieja vida pecaminosa terminara.
Fui resucitado con Cristo como una nueva persona en Cristo.
Dios me ha trasladado del reino de oscuridad de Satanás al reino de Su amado Hijo (Colosenses 1:12a-13).
Lo que me da gran paz referente a mis pecados es saber que Dios quedó completamente satisfecho con el sacrificio que Él mismo proveyó.
¿Qué desea Dios que haga? Dios desea que el ame y aprecie al que murió por mí.
Dios me ve en Cristo. Cuando nací, nací en la familia pecaminosa de Adán. Dios me vio en Adán. Cuando confié en Cristo como mi Salvador, Dios me puso con Cristo en la cruz.
Ahora Dios me ve como una persona nueva en Cristo.
Somos justificados por Dios en el mismo momento que creemos en Cristo para salvación. Esta es una transacción que Dios hace a nuestro favor. Nos declara justos y perfectos en la Corte del Cielo. No que ya lo seamos en la práctica, (obviamente), pero lo somos legalmente. Muchos cristianos no entienden esto. Por eso creemos sin ninguna duda que la salvación se consigue en un momento y NO SE PIERDE.
Aunque ya somos justos legalmente ante los ojos de Dios, todavía tenemos que esforzarnos en vivir una vida santa, lo cual no es fácil, es un proceso que dura toda la vida. El costo es alto, pero las recompensas hacen que merezca la pena todo el sacrificio que conlleva.
Por sus frutos conoceréis a los que son verdaderos (Mateo 7:15-20).