
Evolution News & Views 28 de octubre de 2015 | Permalink
La publicación Current Biology ha publicado aún otro intento de escamotear la explosión cámbrica. Al leer ciertas partes, uno podría creer que los autores, incluyendo a Maximilian Telford, Philip Donoghue y Ziheng Yang, han resuelto el problema. Al contrario, su primer Punto Destacado en el resumen del artículo afirma: «El análisis del reloj molecular indica un origen antiguo de los animales en el Criogénico». (El Criogénico hace referencia a la era del «nacimiento frío» del Precámbrico hace unos 720 a 635 millones de años.) Por sí misma, esta aseveración sería muy conducente a engaño, porque el título de este artículo de acceso abierto es de cariz pesimista: «Uncertainty in the Timing of Origin of Animals and the Limits of Precision in Molecular Timescales [Incertidumbre en la cronología del origen de los animales y los Límites de precisión en las escalas moleculares]».
Yang apareció brevemente en el libro de Stephen Meyer, Darwin’s Doubt, con malas noticias. Meyer cita allí un artículo del que Yang fue coautor con Aris-Brosou en 2011 donde se exponía que los análisis de relojes moleculares son poco fiables. «Encontraron que dependiendo de qué genes y qué métodos de estimación se empleaban, el último antecesor común de los protóstomas o deuteróstomas (dos tipos ampliamente diferentes de animales del Cámbrico) podría haber existido en cualquier fecha entre hace 452 millones de años y 2 mil millones de años» (Meyer, p. 106).
Nada ha cambiado desde entonces. La cruda realidad es que después de mucha manipulación de cifras, estrategias y análisis es que todos los métodos actuales de datación de los antecesores de los animales del Cámbrico a base de relojes moleculares son imprecisos e inciertos. No se puede confiar en ellos para amortiguar la explosión intentando arraigar los antecesores de los animales en época más temprana en el Precámbrico.
Aunque un origen Criogénico del grupo corona de los Metazoos concuerda con las actuales interpretaciones geológicas, las fechas de divergencia de los bilaterales sigue siendo polémica. De este modo, los intentos de construir narrativas evolutivas de una primitiva evolución de los animales basándonos en escalas cronológicas de relojes moleculares parecen prematuros. [Énfasis añadido.]
Observemos los eufemismos. En lenguaje llano, todo esto significa: «No podemos narrar nuestra historia evolucionista favorita porque el reloj está roto, pero estamos en ello.»
En este nuevo artículo, nos proporcionan el último y mayor análisis de datos de relojes moleculares hasta la fecha. Está claro que ellos creen que todos los datos sitúan la raíz de la divergencia en el Ediacarano (o Ediacárico) o antes, 100 millones de años o más antes del Cámbrico, pero, ¿pueden realmente defender esta creencia? Tienen que admitir unos severos límites empíricos:
Aquí usamos una cantidad sin precedentes de datos moleculares, combinada con cuatro estrategias de calibración de fósiles (reflejando diversas y polémicas interpretaciones del registro fósil de los metazoos) para obtener estimaciones bayesianas de los tiempos de la divergencia de los metazoos. Nuestros resultados indican que la incierta naturaleza de los antiguos fósiles y las violaciones del reloj molecular imponen un límite a la precisión que se puede conseguir en las estimaciones de las antiguas escalas cronológicas moleculares.
Quizá un defensor podría interrumpir diciendo que la precisión, aunque se admite que limitada, es lo suficientemente buena. Pero, entonces, ¡nos encontramos con aquellos enojosos fósiles! Los relojes moleculares están en un borroso acuerdo acerca de los antecesores en el Precámbrico, pero ninguno de ellos tiene suporte procedente de la mejor evidencia observacional: el registro de las rocas. Incluso los filos que se pretende que existieron antes de la explosión son objetados:
La evidencia fósil inequívoca de los animales se limita al Fanerozoico [esto es, la era moderna que va del Cámbrico al Reciente, en la que hay abundancia de animales.] Los registros más antiguos de animales son tema contencioso: unos biomarcadores indicativos de demoesponjas derivan aparentemente en último término de bacterias ahora simbióticas; unos supuestos fósiles de embriones de animales se interpretan de manera alternativa como protistas; y comunicaciones impugnadas acerca de esponjas, moluscos e innumerables cnidarios, así como supuestas tratas de animales eumetazoos o bilaterales, todos ellos del Ediacarano. Desde luego, no existen registros inequívocos de grupos corona de bilaterales anteriores al Cámbrico, y no existe ninguna evidencia robusta de filos de bilaterales hasta unos 20 millones de años dentro del Cámbrico.
Esto limita severamente su capacidad de «calibrar» el reloj molecular. Meyer concedía la posible existencia de tres filos del Precámbrico (esponjas, moluscos y cnidarios). Pero hay otros veinte filos que aparecen por vez primera en el Cámbrico, muchos de los cuales mucho más complejos que las esponjas. ¿De qué sirven los métodos moleculares si no se pueden encontrar ninguno de los antecesores en las rocas?
Los autores admiten que los estratos del Precámbrico habrían sido capaces de preservar a los antecesores si hubieran existido.
No importa cuán imprecisa sea, nuestra escala cronológica para la diversificación de los metazoos sigue indicando una no coincidencia entre la evidencia fósil usada para calibrar los análisis del reloj molecular, y las resultantes estimaciones de la divergencia resultante. Esto no es totalmente sorprendente, por cuanto, por definición, las restricciones mínimas de las edades de los clados anticipan su antigüedad. No obstante, es la extensión de esta prehistoria la que es sorprendente, en particular por cuanto las condiciones exigidas para una preservación excepcional de los fósiles, tan cruciales para evidenciar la existencia de los filos animales en el Cámbrico inferior, también se cumplían en el Ediacarano.
La única manera en que pueden mantener su creencia de que los antecesores aparecen en fechas tan remotas es prescindir de la evidencia fósil como «evidencia negativa», y poner su confianza en la evidencia molecular. ¿Pero cómo pueden confiar en la misma, cuando las respuestas son cambiantes de lugar en lugar, y dependiendo de los métodos usados? Un ingenioso método se llama «variación de ritmos». ¿Acaso confiarías en un reloj que tiene un ritmo variable? ¿Qué pasa si un animal tiene un reloj que adelanta mucho, y un reloj que se atrasa mucho para otro?
Cuando la variación del ritmo a través de una filogenia resulta extremada (es decir, cuando el reloj molecular resulta seriamente violado), los ritmos calculados en una parte de la filogenia serán un pobre medio para estimar los tiempos de divergencia en otras partes del árbol. En tales casos, la estimación de los tiempos de divergencia será un desafío, y el análisis deviene sensible al modelo de ritmo que se usa.
Y así ellos prueban sus árboles con ritmos constantes y con ritmos variables («modelos de relojes relajados» — un término más bien divertido). Intentan la partición de datos. Intentan con análisis bayesiano. Ningunos de éstos concuerdan. Meyer considera de manera detallada los problemas con los relojes moleculares en el Capítulo 5 de Darwin’s Doubt [La Duda de Darwin]. Aquí no tenemos nada nuevo. «Aquí mostramos que la precisión de las estimaciones cronológicas mediante el reloj molecular ha sido burdamente sobreestimada», concluyen ellos. «… Una escala cronológica evolutiva para la diversificación de los metazoos que acomoden estas incertidumbres tiene una precisión insuficiente para discriminar entre hipótesis causales». Al final, estos evolucionistas tienen que admitir que sería mucho, muchísimo mejor, disponer de fósiles:
Por encima de todo, el establecimiento de una evidencia inequívoca de la presencia de clados metazoanos en el Neoproterozoico superior, así como la ausencia en estratos más antiguos, tendrá probablemente más impacto que cualquier avance metodológico para mejorar la exactitud y la precisión de las estimaciones del tiempo de divergencia para la filogenia profunda de los metazoanos. La consecución del objetivo de una escala cronológica de una evolución primitiva de los animales que sea no meramente exacta, sino suficientemente precisa para realizar ensayos de hipótesis sobre las causas y consecuencias de la temprana evolución de los animales, exigirá modelos mejorados de la evolución de los caracteres y unos algoritmos mejorados para permitir el análisis de los datos de secuencia a escala genómica en paralelo con los caracteres morfológicos.
¡Espera un momento! ¿No es esto lo que Darwin nos legó: Un modelo de evolución de los caracteres? ¿No era la selección natural de variaciones graduales? Analicemos esta interesante cita donde se menciona a Darwin:
La cronología de la emergencia de los animales ha atribulado a los biólogos evolucionistas al menos desde Darwin, que era lo suficientemente incrédulo como para considerar la repentina aparición de los fósiles de animales en el Cámbrico como un reto a su teoría de la evolución por selección natural. Como resultado, ha habido una larga historia de intentos de justificar una rápida radiación de animales mediante teorías de procesos evolutivos no uniformes, como las mutaciones homeóticas, la eliminación de restricciones medioambientales sobre tamaños mayores de cuerpos, hasta llegar al ensamblaje de núcleos esenciales de reguladores genéticos — todo ello propuesto a la vez como una explicación para ritmos rápidos de innovación seguidos de una consiguiente restricción contra innovaciones fundamentales de nuevos planes corporales después del Cámbrico. Lo cierto es que ha habido intentos explícitos por acomodar ritmos rápidos de evolución fenotípica en el Cámbrico inferior, compatibles con esas hipótesis y una lectura semiliteral (aunque filogenéticamente restricta) del registro fósil.
Y sin embargo nuestros resultados, como ha sucedido con otros antes de ellos, sugieren que no hay justificación para invocar mecanismos no uniformes para explicar la emergencia de animales y sus planes corporales a nivel de filos.
Esta frase, «semiliteral (aunque filogenéticamente restricta) del registro fósil», es curiosa. ¿De qué otra manera se supone que se ha de leer? ¿Acaso están diciendo que se tiene que leer el registro fósil con unas lentes de color de Darwin para verlo correctamente?
Pero están tratando de tenerlo de todas las maneras: Quieren una mecha lenta y gradual que lleve a la explosión Cámbrica (con su disgusto acerca de «procesos evolutivos no uniformes»), lo que exige una lectura no literal del registro fósil con las lentes darwinistas firmemente colocadas, pero tampoco pueden tomarse los datos moleculares literalmente, porque son muy dependientes del método. Casi se les puede oír clamando por fósiles. Como lo expone el libro de Meyer, el registro fósil es más explosivo ahora que en tiempos de Darwin.
Una vez más, el enigma de la Información
Observemos cómo mencionan «la emergencia de los animales y sus planes corporales a nivel de filos». ¿Cómo se consigue la información para construir un plan corporal a nivel de filo? Una vez más, esos autores pasan totalmente por alto la cuestión de la información. Dicen: «Mucha de la caja de herramientas de la genética molecular necesaria para el desarrollo de los animales se originó en lo profundo de la historia evolutiva de los eucariontes», esquivando el tema con una referencia sesgada a un artículo sobre un microbio que no tenía ningún plan corporal animal. Hablar sobre «emergencia» no es ninguna solución. ¿Cuál es la fuente de la información para construir un plan corporal de un animal compuesto de múltiples nuevos tipos de células y tejidos, con una organización en 3D y sistemas integrados como organismos sensoriales, locomoción y tractos digestivos? ¿Hay algún evolucionista que va a responder al reto del Dr. Meyer?
Ver aquí nuestro nuevo video en inglés The Information Enigma [El enigma de la información] que da un resumen claro de este reto:
Como hemos visto una y otra vez, muchos evolucionistas darwinistas creen que han hecho su trabajo si pueden simplemente empujar los antecesores más atrás en el tiempo. El registro fósil no lo permite, pero incluso si le diera cabida, esto no resolvería el problema del origen de la información. Llamarlo «emergencia» es insatisfactorio. Llamarlo «innovación» es insatisfactorio. Llamarlo un potencial latente esperando factores medioambientales como calor u oxígeno es totalmente insatisfactorio. Lo que se plantea es esto: ¿Cuál es la fuente de información para construir veinte nuevos planes corporales de animales que aparecieron repentinamente en el Cámbrico careciendo de antecesores? Nosotros tenemos una respuesta: Inteligencia. ¿Cuál es la de los darwinistas desde el materialismo?
Fuente: Evolution News – «Molecular Clock» Can’t Save Darwin from the Cambrian Explosion 28/10/2015
Redacción: Michael Behe © 2015 – www.evolutionnews.org
Traducción y adaptación: Santiago Escuain, publicado en sedin-notas.blogspot.com.es
© SEDIN 2015 – www.sedin.org
— Publicado por Santiago Escuain para <b>SEDIN – NOTAS y RESEÑAS</b> el 11/22/2015 07:55:00 p. m.