
En las buenas iglesias antes de bautizarte te piden que des tu testimonio. El testimonio personal, siendo diferente para cada persona, por lo que no se puede fingir ni copiar, da fe del nuevo nacimiento.
Esta es la diferencia entre uno que es religioso o moral, y uno que realmente ha nacido de nuevo, ha pasado de muerte a vida, ha sido regenerado por la fe en Cristo.
He tenido varias experiencias con algunos que se consideran Cristianos pero no pueden dar un testimonio de cuando llegaron a nacer de nuevo. Dicen que eso es algo privado y no quieren compartir. Esto es como cuando le preguntas a alguien si está casado pero no sabe cuando se casó ni puede darte los detalles de su boda. Te quedas rascándote la cabeza y pensando que esa persona no tiene idea de lo que significa casarse y de hecho, nunca se ha casado. Sospecho que el verdadero motivo que rehusan dar un testimonio es que no han experimentado el Nuevo Nacimiento. Están engañados y lo peor es que en su confusión, no necesariamente intencionada, intentan enseñar a otros en su misma confusión.
No todos los nuevos creyentes pueden tener un testimonio espectacular, pero todos los creyentes tienen algún testimonio de cuando recibieron a Cristo como su Salvador personal. No solo eso, sino que no tienen ningún problema de compartir con otros. De hecho, tu testimonio es lo más efectivo para llegar a otros con el Evangelio.
Ya hemos visto varios casos de presos que, sin lugar a dudas, experimentaron el Nuevo Nacimiento en Cristo.
Les cuento esta historia para que algunos que no creen en Dios y en el poder de la oración sepan que están equivocados.
Daniel es un preso que está en una cárcel de Estados Unidos. Uno de los muchos. Pero Daniel ha tomado la mejor decisión de su vida; la de arrepentirse y creer que Jesucristo lo perdona, lo salva de sus pecados y debilidades, y le da vida eterna. Ahora tiene la paz que sobrepasa todo entendimiento, (Filipenses 4:7). Oigan su historia.
Debido a ciertas malas decisiones Daniel terminó en la cárcel. Toda su familia, mujer, hijos, padres, hermanos, abuelos, están en México mientras él trabajaba en Estados Unidos para mantenerlos y poder construir una casita donde criar a su familia.
Poco después de “caer en la cárcel”, como dicen ellos, alguien le habló de unos estudios bíblicos por correspondencia que le podían ayudar a sentirse mejor y a ganar puntos con sus guardas de prisión. Este suele ser el motivo por el cual muchos deciden hacer estudios bíblicos. Pero cual no fue su sorpresa que Dios empezó a revelarse a Daniel. Empezó a entender que Dios le amaba y quería una vida mejor para él. Que el motivo por el cual le habían ido tan mal las cosas es porque había vivido en pecado e ignorado la oferta de salvación que Jesús vino a traernos.
Un día tomó la decisión de recibir a Cristo como su Señor y Salvador, arrepintiéndose de todos sus pecados.
¡Que felicidad y alivio experimentó al saber que a pesar de haber vivido una vida de pecado, Dios le daba otra oportunidad de empezar de nuevo!
Empezó a escribir unas cartas increíbles explicando lo libre que se sentía, a pesar de estar en la cárcel, porque había sido liberado del peso del pecado.
Juan 8:31-32: “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.
Nos dio tantas gracias por escribirle y mandarle estudios de la palabra de Dios. Dijo: “Cuando me sentía muerto en vida, olvidado de todos y como si fuera lo más bajo de la tierra, ustedes me han dado esperanza. Dios los bendiga siempre”.
Un día me pidió que le escribiera a su mujer por e-mail porque hacía tiempo que no había sabido de ella y sus hijos y estaba muy preocupado por lo que podían estar pasando.
Ella me contestó. Me dijo que estaba muy resentida con él y que además la familia de Daniel ya no se preocupaba por ellos. “Mi vida es muy difícil y ya no sé si estoy casada o cual es mi condición. Algunos hombres me están buscando”. Me mando el correo electrónico de su cuñado para que le escribiera y ver si podía saber algo, porque nadie de la familia de su marido se preocupaba de ellos. La vida en Mexico para una mujer sin marido es muy dura.
Le escribí a su cuñado sin saber qué pasaría. Esa misma noche recibí un correo que me saltaron las lagrimas.
“Sra., no sabe lo que sentí cuando leí su correo. Me llegó hasta lo más profundo de mi corazón. Si usted supiera que le hemos escrito a Daniel varias veces y nos han devuelto las cartas. Hemos ido al Consulado a preguntar si nos podían ayudar a saber de él, si estaba vivo o muerto, pero nos dijeron que no podía hacer nada. Ya no sabíamos que hacer.
Nosotros somos creyentes y hemos orado, especialmente mi mamá, para que el Señor le pusiera alguien en el camino a mi hermano que lo pudiera ayudar, si es que estaba vivo.
Por favor, dígale a Daniel que lo extrañamos mucho, y que vamos ayudar a su familia. El próximo fin de semana nos vamos a reunir con su mujer y sus hijos. Voy a reunir a toda la familia, mis padres, hermanos, abuelos, y les voy a leer este correo. Queremos saber cuando sale y por favor dígale que aquí lo esperamos con los brazos abiertos. Ténganos informados sobre lo que sepa de Daniel, por favor se lo pido. Que el Señor la bendiga grandemente.”
Imprimí todos los correos, los míos y los de ellos, y se los mandé a Daniel. De esto hace unas pocas semanas y ahora estoy esperando respuesta de Daniel. Me gustaría poder ver su reacción al leer todo esto porque no se lo espera para nada. Él decía que ya no le importaba a su familia, que todos se habían olvidado de él. Pero de todas formas, decía, estoy en paz con Dios y eso es lo más importante.
Esta historia es muy especial. Es una de esas muchas que conocemos los creyentes y que demuestran el amor de Dios y como actua por medio de sus siervos y como cuida de los suyos que confían en él y se arrepienten de su vida pecaminosa.
Por eso la Biblia dice:
2 Corintios 5:17
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es. Las cosas viejas pasaron; eh aquí, todas son hechas nuevas”.
“Clama a mí y yo te responderé., y te enseñare grandes cosas y ocultas que tú no conoces”.
¿Qué les parece la historia de Daniel? ¿No es maravilloso como Dios contesta nuestras oraciones?
logos77